Aquí está Aina

Aquí está Aina

de SIRA MONTIEL -
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Y por fin! Había tenido amenaza de parto prematuro, pero hasta el día que cumplí la semana 41 (16 de Octubre), Aina no decidió conocer a sus papis. 

Os resumo el asunto ya que a mí me ayudó mucho leer partos de otras mujeres:

Había estado toda la tarde con contracciones molestas, pero como las tenía así desde hacía semanas no le di importancia. Pero a las 21'30, después de cenar y tras una de ellas, rompí aguas y os aseguro que es muy evidente (manché incluso el sofá). Súper contenta por lo que se avecinaba, corrí al baño con un barreño para asegurarme que eran claras, y tras comprobarlo, empecé a respirar tal y como Antonio nos enseñó y a adoptar las posturas que había leido eran favorables: a cuatro patas, de pie girando la cadera, etc. Aunque ya os digo que las contracciones no eran muy molestas...

Mientras mi pareja venía del trabajo, llamé a la clínica donde iba a dar a luz (Acuario), ya que las contracciones (ahora sí las controlaba) eran cada 6 o 7 min. La matrona me dijo que tranquilamente me duchara y me relajara, pero vivimos a casi 2 horas de la clínica y las contracciones comenzaron a crecer en dolor y frecuencia. De hecho, cuando llegó Israel (las 10h), ya dolían un poquito y eran cada 4 min, así que la cosa iba rapidita...Salimos hacia allí.

Aquí quiero deciros que, al menos en mi caso, las contracciones podían pasarse sin ningún problema; eso sí, es vital concentrarse en la emoción y alegría que sientes (por que tu hijo ya llega), respirar adecuadamente, que relaja muchísimo y no perder el control de la situación (no dejarse llevar por el dolor y nublarse con él).

En el coche el dolor era más intenso, supongo que también debido a la postura, ya que no puedes estar muy cómoda. Me quité el pantalón que me estorbaba y me apoyaba en los apoyabrazos durante la contracción. Aunque me alteré un poco cuando me di cuenta de que tenía mucha presión en el pubis y ganas de ir al baño. Ahí Israel empezó a ir más rápido (de hecho llegamos a la clínica en 50min).

Me dio tiempo aún así de poder ir al baño antes de entrar al paritorio (menos mal, porque no quería enema) y me conectaron los monitores sentada en una mecedora (bastante mejor que tendida boca arriba, la verdad) para ver que las contracciones eran muy intensas.

Nuestro matrón Eduardo, me hizo un tacto (eran las 12h) y alucinamos (todos, también el matrón) cuando nos dijo que estaba de 9 cm y que le avisara cuando tuviera ganas de empujar. Nos dejó bastante a nuestro aire y nos quedamos en el paritorio Israel y yo la mar de contentos (a pesar del dolor, que como decía antes, es perfectamente soportable) pudiendo adoptar la postura que más me aliviaba.

Enseguida tuve ganas de empujar y aquí comenzó la odisea: usé una silla de partos que definitivamente me pareció lo más cómodo y todo parecía ir bien, pero la niña se encajó y no quería coronar. El matrón podía tocarle la cabecita pero ella no salía. Usamos miles de posturas diferentes y nada. Así que después de 2 horas de expulsivo (y las contracciones de expulsivo sí son bastante más duras) y comenzar a expulsar líquido meconial, mi ginecólogo Enrique Lebrero decidió que lo más conveniente para las 2 era una cesárea. ¡Qué rabia! Parece ser que venía al revés (cefálica pero mirando no hacia el ano sino hacia el pubis) y que era un poquito grande...4'450 kilos! La de veces que me preguntó Antonio durante las clases de preparación: "¿Pero cuánto pesa este bebé?". Pues ya ves, un cachalote.

A las 2'55h nació mi niña en una cesárea respetada, donde pudo estar presente mi pareja en todo momento y yo consciente de todo lo que ocurría. Me acercaron a Aina en cuanto nació, Israel pudo estar a su lado en la mesa caliente y pesarla y pude darle el pecho en su primera hora de vida. En fin, que todo fue casi casi como esperábamos: un momento muy especial, el más intenso de nuestras vidas, precioso a pesar de puntos, raquianestesia, etc.

Yo tenía miedo a las cesáreas y no soy precisamente valentona en cuanto al dolor y de verdad os puedo decir que en ningún momento pensé en epidural (los sentimientos y sensaciones son dolorosos pero tan positivos y primitivos que por nada del mundo me los habría perdido) y la cesárea no es tanto como se pueda pensar si tienes a tu alrededor a quien quieres y profesionales que te hacen sentir cómoda, segura y arropada.

Espero que vuestros partos sean tan bonitos o más; yo, pienso repetir.

Os dejo una foto de mi gordi que no para de crecer.