Mañana, día 10/01/22, la mayoría de los niños de nuestro país volverán al colegio. Nuestros chupones, incompetentes y paletos gobernantes, han decidido, después de dos años de pandemia, que es mejor que nos contagiemos todos y chin-pum.
Los que somos padres de niños pequeños, llevamos dos años protegiendo a nuestros hijos para que no enfermen. Incluso, algunos de nosotros hemos pasado la enfermedad ambos miembros de la pareja a la vez y hemos conseguido que nuestros hijos se mantengan sanos, no sin hacer mil y una peripecias, para evitar su contagio.
Entiendo que la afectación de los mas pequeños suele ser leve, pero también entiendo que no están exentos de sufrir un covid grave. En concreto, el 1,2 % de los niños menores de 11 años que sufren la enfermedad serán hospitalizados y, de estos, el 6,7 % ingresarán en la UCI, llegando a fallecer el 0,1 % del total de los infectados. Además, no podemos olvidarnos del invalidante Covid persistente; el cual, van a sufrir, entre el 5 y 14 % de los niños afectados.
Ahora, se ha decidido que vuelvan a clase después de las vacaciones navideñas estando, la mayoría, todavía sin vacunar y con una incidencia acumulada de 2722 casos por 100.000 habitantes (la máxima alcanzada en toda la pandemia). Para colmo, se ha modificado el protocolo de confinamiento y solo se considerará “brote”, confinando el aula, cuando se den 5 casos.
Entiendo perfectamente la grave distorsión en la dinámica familiar y su conciliación con la vida laboral que implica tener un hijo confinado por haberse dado algún caso en el aula (soy padre). Pero con esta medida, en vez de tener hijos confinados cautelarmente, vamos a tener hijos y familias enteras confinados por estar enfermos.
Me pregunto: ¿de qué ha servido tanto esfuerzo (y gasto económico en mascarillas, gel, etc) si ahora condenan a nuestros hijos a contagiarse?, ¿no podríamos haber aprovechado las vacaciones navideñas para vacunar a toda la población infantil y, de este modo, evitar perdida de horas lectivas, gasto sanitario, absentismo laboral, sufrimiento familiar, enfermedad, secuelas y mortalidad?, ¿No será mejor confinar de modo preventivo que por la enfermedad?, ¿Quién dimite por tanta ineptitud? De todas las incógnitas planteadas, la única respuesta que tengo totalmente clara es a la última: NADIE