Los ácidos grasos Omega 3 y 6 son vitales durante los procesos de gestación y la lactancia, tanto para la madre como para el feto y el bebé. Un 60% del cerebro está compuesto por grasas, y de estas, un 40% derivan directamente de los Omegas ingeridos por la madre durante la gestación y/o lactancia.
Durante el último trimestre de la gestación y los dos primeros años de vida del niño se dan una serie de procesos muy concretos en las células nerviosas que necesitan un extraordinario aporte de Omegas, dado que, estos ácidos grasos, intervienen en la creación del tejido nervioso y en la generación y transmisión de la información a través de las neuronas.
Actualmente parece que se ha alcanzado el consenso científico respecto a que los fetos y lactantes con mayores niveles de estos ácidos grasos en su organismo tienen una mayor capacidad futura de aprendizaje y concentración. De hecho, un aporte adecuado de Omegas 3 y 6 durante estos períodos, pueden tener repercusiones positivas en la inteligencia del niño y en su agudeza visual, así como en su salud general.
Además, la ingesta adecuada de ácidos grasos esenciales Omega 3 y 6, parece tener también beneficios para la salud materna, ya que se están relacionando con la prevención de patologías obstétricas, como son:
¬ La preeclampsia.
¬ Amenaza de parto prematuro.
¬ Depresión postparto.
Sin embargo, las mujeres embarazadas reciben mensajes contradictorios. Por un lado, el consejo de ingerir pescado azul por su riqueza en Omega 3, sin los cuales el desarrollo neurológico del feto no sería el potencialmente deseable. Pero, por otro lado, las mujeres también reciben la advertencia de que no se excedan en el consumo de ese mismo pescado, a fin de evitar una ingesta excesiva de metil-mercurio. De hecho, en una nota informativa de la Comisión Europea, a través de su Dirección General de Salud Pública y Consumo, publicada en Bruselas el 12 de Mayo de 2004, se alerta de los riesgos que puede tener el consumo de metil-mercurio ingerido a través de pescado en grupos vulnerables como mujeres que podrían quedarse embarazadas, las mujeres que están embarazadas o las mujeres que están lactando, así como niños de corta edad. En concreto en el punto 4 de la nota informativa se dice literalmente (traducido del Ingles):
"El metil-mercurio (orgánico) es la forma química preocupante y puede constituir más del 90% del mercurio total en pescados. El pescado contienen mercurio como resultado de su presencia natural en el medioambiente y de la contaminación. Los peces depredadores de gran tamaño acumulan niveles más elevados de mercurio a través de la ingesta a lo largo de toda su vida. Las especies depredadoras de gran tamaño son a menudo migratorias y, por lo tanto, no es posible descartar pescado de aguas donde el historial de los niveles de contaminación por mercurio pudieran ser elevados".
Como norma general a los grupos vulnerables, la comisión recomienda en el punto 11 de la nota informativa comentada que si una mujer embarazada o lactando ingiere una especie depredadora grande, aunque sea en una porción pequeña (menor de 100 gr), luego no deberían ingerir ningún otro pescado durante, al menos, una semana. Pero claro, debemos de tener claro que este extremo no nos lo podemos permitir pues necesitamos que la gestante consuma pescado con frecuencia para mantener una dieta que le permita obtener los importantes omegas 3 y 6.
Los padres deberían ser conscientes que esta recomendación también se aplica a los niños de corta edad. Además los consumidores deberían también prestar atención a cualquier información más específica de las autoridades nacionales a la luz de las especificidades locales.
Otras entidades oficiales, de terceros países, también han lanzado recomendaciones para limitar el consumo de este tipo pescados en los grupos denominados vulnerables, así son por ejemplo:
¬ La Agencia Alimentaria (Food Standars Agency) de Australia y Nueva Zelanda
¬ El Departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos
¬ La Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos
En un estudio publicado recientemente en la revista «Environmental Health Perspectivas» por la Universidad de Harvard en colaboración con la Universidad del estado de Michigan, se asocia los niveles altos de metil-mercurio, en el organismo materno, con un riesgo incrementado de parto prematuro. También se ha asociado la ingesta alta de metilmercurio con deterioro neurológico del niño.
Ante esta disyuntiva, la necesidad de ingerir ácidos grasos Omega 3 para un correcto desarrollo neurológico fetal y del niño, pero al tiempo, los riesgos derivados de la ingesta de metil- mercurio a través del pescado, podríamos acabar haciendo nuestra la recomendación implícita lanzada en el proyecto llamado Viva, publicado también por la Universidad de Harvard: «Las mujeres deberían continuar consumiendo pescado durante su embarazo pero escogiendo variedades con menos contenido en mercurio», es decir, evitando los predadores de gran tamaño como son, por ejemplo el atún o el emperador.