La vitamina D tiene una función directa sobre el metabolismo óseo pero también tiene un papel muy relevante en nuestra inmunidad, reproducción, secreción insulínica, etc. Pero ésto no es todo, mantener un nivel adecuado de vitamina D durante el embarazo es esencial pues ayuda a prevenir la preeclampsia, los partos prematuros, la diabetes gestacional y los fetos con bajo peso al nacimiento. Al tiempo, facilita un correcto desarrollo osteo-muscular fetal y previene problemas óseos futuros en la madre como pueda ser la osteoporosis.
Los humanos disponemos de dos grandes fuentes de vitamina D que son la dieta y la luz solar:
-Dieta: pescados grasos, aceite de hígado de pescado, huevos, leche entera y los derivados lácteos.
-Luz solar: nuestra piel sintetiza vitamina D cuando es expuesta al espectro de luz ultravioleta solar.
Según la OMS, las necesidades de vitamina D durante el embarazo están entre 5 y 10 μg/día (200- 400 UI/día). Con una dieta adecuada y exposición correcta de nuestra piel a la radiación solar debería de ser suficiente para satisfacer las necesidades de vitamina D de la mujer embarazada. El problema radica en conocer qué tiempo de exposición solar sería el adecuado en función de la latitud y longitud en la que nos encontremos. Un estudio llevado a cabo en Australia a una latitud y longitud equiparable a España (45º latitud sur equivalentes a los 42º norte de España), mostraba como era necesario tomar 7 minutos de sol al día durante el verano o 35-45 minutos 3 veces a la semana durante el invierno con al menos un 20% del cuerpo descubierto y sin protección (evitando las horas centrales del día). Estas dosis de sol son saludables y recomendables.
Pues bien, a pesar de nuestra dieta mediterránea y de las muchas horas de luz solar de las que disfrutamos en España, según el estudio "Prevalencia de deficiencia e insuficiencia de vitamina D y factores asociados en mujeres embarazadas del norte de España" publicado en la revista Nutrición Hospitalaria en 2015, un 62,7 % de las embarazadas estudiadas tenían niveles de vitamina D considerados deficientes o insuficientes. El problema resultaba ser más agudo durante los meses de octubre a mayo, en gestantes con sobrepeso y obesidad y en las más jóvenes. Además el problema no es exclusivo del norte del país, en la cuenca mediterránea también vemos con frecuencia embarazadas con esta carencia, y es que, nuestra evolución como especie no tenía previsto que trabajáramos y nos desplazáramos bajo techo al igual que tampoco "calculó" el uso de los fotoprotectores.
De aquí se deriva la necesidad por parte de los profesionales de educar y motivar correctamente a la embarazada y su entorno en hábitos correctos que garanticen el aporte necesario de este oligoelemento. En caso de objetivar su carencia o sospechar el incumplimiento de una rutina de vida adecuada, se deberían recomendar alimentos fortificados con vitamina D o prescribir un complemento del mismo. Este último extremo con la debida precaución, pues al tratarse de una vitamina liposoluble es acumulable y su exceso podría crear problemas de toxicidad.
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